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Lo que antes nos unía…
por María Isabel Sánchez / Agosto 24 de 2007
La atracción sexual es sin duda un factor fundamental para la existencia de una pareja y es exactamente lo que diferencia al amor romántico de la amistad. Pero, dicen los especialistas que la sexualidad, puede tanto fortalecer el vínculo como debilitarlo
¿Qué papel ocupa el sexo en la estabilidad de la pareja? ¿Puede una buena sexualidad mantener unidas a dos personas a lo largo del tiempo? Y por el contrario: ¿es posible que el fracaso de la intimidad termine con una relación?
El sentido común nos indica que el buen funcionamiento de la sexualidad es una condición previa casi absolutamente necesaria para el éxito de una relación, pero a veces no alcanza. Es prácticamente inimaginable que una pareja se pueda mantener a lo largo del tiempo –al menos en forma honesta- sin sexo. Pero… nada es imposible… Del mismo modo, todos conocemos personas que se mantienen unidas sólo por el motor de la sexualidad, aunque ¿por cuánto tiempo?
Una pareja se une, generalmente, por amor y con la finalidad de trascender. Pero el verdadero «gancho» puede ser el sexo. Las parejas que se unen porque tienen buena química sexual, pueden terminar en amor y hasta en matrimonio. Otras comienzan al revés: por al amor, la ternura, y el compañerismo. Del amor al buen sexo también debe de haber un camino que pueda terminar en una relación seria, duradera y sólida.
A veces, la sexualidad juega un papel tan fuerte que soluciona otros conflictos, o al menos los anestesia. Así, las peleas correspondientes a otras diferencias terminan resolviéndose entre las sábanas. Pero, ¿hasta dónde es bueno que una pareja se reconcilie en la cama? Porque una cosa es que luego de resolver una discusión sobrevenga una noche de amor y pasión cual frutilla de la torta, y otra muy distinta que se tapen los problemas con los artificios de la fogosidad (por decirlo elegantemente).
La sexualidad debería ser una manera de manifestar el amor (para mi gusto, al menos) aunque para muchos puede ser el motor de la vida y de la relación, más allá de los sentimientos.
El sexo seguramente no es un antídoto para resolver otros problemas, y muchas veces (cuando no funciona satisfactoriamente para uno o ambos miembros de la pareja) puede convertirse en un problema en sí misma. Una sexualidad frustrante ha llevado y sigue llevando a muchos matrimonios al abismo.
Tampoco es bueno que alguno de los dos use el sexo como revancha por otros conflictos. Y esto es muy frecuente que ocurra: el varón o la mujer «castigan» al otro con la indiferencia sexual ante una diferencia o un enojo, y terminan transformando la cama en un espacio de disputa del poder.
Sin duda, la sexualidad es un gran motor de la vida y de las relaciones. ¿Hasta qué punto puede mantener unida a una pareja o separarla definitivamente?