«Farré presentaba una patología traumática pero no psicótica, no es un loco ni un retrasado mental sino que se habría encontrado en un estado mental que no le permitía comprender la naturaleza del hecho», expresó De Rosa en base a las entrevistas que mantuvo con el acusado tras el hecho.
Fernando Farré, acusado de matar a su esposa, Claudia Schaefer, de 66 puñaladas y ocho golpes, no aceptaba la idea de separarse.
Así lo sostuvo la psicóloga Ana María Rothman, que fue la profesional que atendió al acusado y a Schaefer en una terapia de pareja durante diez sesiones en 2015. La profesional declaró como testigo en la quinta audiencia del juicio oral y público contra Farré.
Fue testigo propuesta por la defensa. «A partir de la sexta sesión, cuando Claudia plantea la idea de la separación, Farré se irritó y levantó la voz. No quería aceptar», afirmó la especialista.
Según la especialista, Schaefer manifestó que «un futuro con Farré era imposible y que sentía mucho malestar «, mientras que él «quería recomponer la relación».Rothman dijo que si bien ella fue quien propuso hacer terapia de pareja, planteaba » mucha falta de confianza y de respeto, muchas situaciones conflictivas cotidianas».
La estrategia de la defensa de Farré apunta a demostrar la inimputabilidad del asesino, al asegurar que no pudo comprender lo que hacía al momento del ataque porque estaba en un «trance hipnótico de anestesia emocional».
«En términos psiquiátricos, no pudo comprender lo que estaba haciendo, estaba en otro lugar», manifestó el psiquiatra forense Enrique De Rosa al declarar ante el juez del Tribunal Oral Criminal 2 de San Isidro Esteban Andrejín, que lleva adelante el juicio por jurados a Farre.
En coincidencia, la psicóloga Karina Levchuk, que también entrevistó al acusado tras el crimen y que actuó como perito de parte, manifestó que Farré «es un irregulado emocional» y que «se podría haber matado tranquilamente, estaba preso de la ira».
Por su parte De Rosa, consideró que una persona «con esa capacidad intelectual no puede cometer un crimen de esa torpeza», lo que demuestra que «estaba disociado por su estructura narcisista».
«Farré presentaba una patología traumática pero no psicótica, no es un loco ni un retrasado mental sino que se habría encontrado en un estado mental que no le permitía comprender la naturaleza del hecho», expresó De Rosa en base a las entrevistas que mantuvo con el acusado tras el hecho.
Las apreciaciones de ambos testigos se contraponen con las de los peritos oficiales que analizaron psiquiátrica y psicológicamente a Farré y que ayer ratificaron sus conclusiones respecto a que el día del hecho el imputado pudo comprender la criminalidad de sus actos y dirigir sus acciones, que actuó como consecuencia de una «herida narcisista».
Las psiquiatras Liliana Varela y Ana María Harlap concluyeron en su informe que «la conducta homicida respondió a una etapa reflexiva por parte del victimario y reconoce un ánimo preexistente de malestar, ira, celos o resentimiento que actuó persistentemente sobre su personalidad y que culminó en la descarga motora delictiva».
En su pericia psicológica, las licenciadas Adela Ahuad y Silvina Alberino afirmaron que Farré «interpretó la denuncia de violencia de la víctima, el establecimiento del perímetro de exclusión del hogar y el retiro de sus pertenencias del domicilio conyugal como una vejación y provocación, habiéndolo vivido como una emboscada y una revancha por parte de su esposa».
Fuente: Telam