Llegado el momento de las fiestas, en épocas como las modernas en las cuales los cambios externos se suman al creciente número de familias en las cuales la soledad, la separación, los conflictos, los divorcios
han dejado sus huellas, las fiestas parecen un momento en el que todo eso se reactualiza y por eso sea más difícil.
Por eso quizás debemos o podemos hacer algo más que decidir dónde o con quien lo pasamos.
Una de ellas es momentáneamente al menos cerrar si no los conflictos la mención de ellos, la referencia a veces constante. Es decir en esta » guerra» que a veces sucede, establecer (en la medida que ello sea posible) una tregua. Si bien de manera ideal uno debiera poder “perdonar y olvidar (forgive & forget)”, a veces no es tan simple.
Existen algunas cosas que en esta  época en la que no le damos importancia a los rituales quizás sea bueno echar mano a alguno. Lo interesante que podemos convertir en ritual prácticamente cualquier cosa. Por ejemplo en familias ensambladas, es más factible empezar a incorporar  tradiciones o costumbres de las otras personas que nos acompañan, algunas serán inclusive culturales de los países  de origen de sus abuelos por ejemplo y puede ser divertido. Otra es proveer a los menores de la necesaria contención emocional en estos momentos.  La idea de no hacerlos a ellos tener que ocupar nuestros lugares de decisión parece importante y a veces creemos que están grandes que ellos ya hacen su vida, pero quizás sea bueno ayudarlos fijando
algunas marcas. Hacer una tregua, o aceptar que hay una nueva señora o señor del/de la ex, es difícil pero ayuda si uno se centra en los hijos, y se olvida aunque sea un rato de uno y su ego.
En el caso de las personas que pueden llegar a quedarse solas, quizás sea bueno no esperar al último momento y planear algunas alternativas para evitar esa sensación que puede llegar a convertirse de mayor soledad por las fiestas. Hoy es una realidad no extraña a mucha gente y participara en lugares colectivos puede ser una buena idea.
Planear por adelantado, no quedarse atrapado en la melancolía, puede ser necesario. Quizás dos cosas sean importantes, rescatar el sentido festivo en el sentido amplio, es decir desprovisto de otras implicancias y pensar en divertirse, sin importancia si lo hacemos eventualmente con extraños, es decir descartar quizás la connotación familiar, en algunos casos y en todos, rescatar el aspecto ritual y de regeneración cíclica que han implicado esta fiesta de navidad, con los diferentes nombres que se les ha dado en las diferentes  las tradiciones, incluso las paganas.

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