Contra la idea de que la tenencia o el consumo de pornografía infantil supone una actitud «pasiva», la realidad indica todo lo contrario: solo participan de los núcleos que comparten ese tipo de información aberrante quienes producen material «original». Dentro de ese paradigma parece quedar inscripto, según los primeros indicios surgidos en la investigación que eclosionó ayer, el médico pediatra detenido ayer en el Hospital Garrahan, acusado de producir y distribuir imágenes de contenido sexual o erótico con menores.

Así lo explicó anoche, en el programa Terapia de Noticias, de LN+, el doctor Enrique de Rosa Alabaster, neurólogo, psiquiatra y psicoterapeuta especializado en Neurociencias y Terapias Cognitivas, y fundador y presidente de la Asociación Argentina de Victimología.

«Hay algo central. A veces la tenencia o consumo de pornografía infantil supone una actitud pasiva. En realidad, la tenencia de este tipo de materiales y la pertenencia a los ‘anillos’ implica producción de material, y esto es lo más grave: sacar fotografías y generar situaciones de abuso para concretar esas fotografías. Esos anillos son círculos de intercambio en la red profunda; parar entrar, para participar, hay que aportar información. Y no puede ser información que se ‘googlea’: debe ser original», explicó De Rosa en el programa de TV conducido por Diego Sehinkman.

El especialista afirmó que la pornografía infantil «tiene su población según el tipo de material que consumen» quienes participan en las redes de intercambio de contenidos. «En los materiales secuestrados se encuentra material diverso. Y los perfiles criminológicos son diferentes según el tipo de material. Puede haber material de pornografía adolescente explícita o incluso de bebés. Las imágenes son obtenidas, en general, en lugares donde los menores son vulnerables, como orfanatos u hospitales, o de chicos en situación de secuestro», precisó.

«Por eso el tema de la pornografía infantil es tan grave, porque implica, per se, el sometimiento a una situación de cautiverio o de abuso de un menor», dijo De Rosa.

En cuanto a quienes se ocupan a esta despreciable actividad, el médico psiquiatra aseveró que «en general son sujetos hiperadaptados, como en este caso, que es el director de un servicio con patologías muy graves, donde van chicos en situación de mucha asimetría, mucha vulnerabilidad, y los padres los entregan ahí».

Finalmente, manifestó que la tendencia actual, más que a identificar perfiles de sospechosos, apunta a enfocar metodologías para poder prevenir, especialmente en situaciones en las que hay adultos que, por su posición o cargo, pueden aprovechar su preeminencia para generar las condiciones de producción de los abusos.

«Hoy, más que con perfiles tiene más que ver con el modus operandi del sujeto; hay quienes aportan material simplemente de observación y de situaciones pasivas (la llamada efebofilia, con imágenes del menor como objeto de deseo y contemplación) y otros casos en los que el menor es sometido a abusos explícitos y es filmado en situaciones de abuso sexual o físico o de maltrato, de torturas. Obviamente, los perfiles son diferentes. Hoy, más que pensar en el perfil, en detectar quién es, tendemos a prevenir situaciones concretas en las cuales un médico, un sacerdote, alguien que esté en contacto con chicos, debe tener mayor supervisión porque puede hacer diferentes cosas, incluso generar torturas y secuestros», concluyó De Rosa.

Fuente: La Nacion +

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