Desde hace ya unas semanas empieza un periodo del año que se acerca a su clímax, en este fin de semana, con la que los cristianos llamamos Semana Santa.

El último día Pascuas, deriva del hebreo Pesaj, o pasaje. En inglés decimos Easter, y eso puede acercarnos al interesante significado de este periodo, el origen de las palabras que usamos.

Cada cultura tiene su marco explicativo y el nuestro es que nuestro señor, muere y resucita, para luego ascender a los cielos.

Muy interesantemente y de algo que por repetido se pasa de largo es que se hace cargo de todos los “pecados “de los demás y lo paga con su cuerpo, y es de esa manera que cumple el ritual del pasaje.

El nombre en inglés, llamémoslo pagano, pero en definitiva precristiano, nos lleva al origen germano de la Diosa de la fertilidad, y era relativo a Oestera, o Estera, con la cual se celebraba algo relativo a la resurrección, pero la estacional, la solar y era el comienzo de la primavera en el hemisferio norte.

Lo significativo del mensaje cristiano, es que un hombre, un semidios (en terminología de la mitología grecorromana) o un Dios, decide, volverse un igual y cargar con el drama de la existencia humana, y tomar todo aquello que ve en los demás como reprobable, como propio en lugar de seguirlos acusando, y lo hace hasta el punto de pagar con su vida.

Hoy sin duda vivimos una época de conflictos en los cuales la violencia, el enajenamiento, el vivir al otro como extraño y enemigo que puede poner en peligro nuestra existencia, física, psicológica, emocional, económica etc. Es la base de nuestras interacciones, dominar al otro.

En alguna medida estamos en una época en que los mitos ya no existen de manera que nos puedan explicar el mundo de manera cabal, que hemos “abandonado a Dios”, en el sentido de no poder encontrar allí tampoco una razón de peso suficiente y absoluta que nos aporte esa protección ante lo que no entendemos, o nos supera. Creo que fue Marco Aurelio que dijo que hubo una época oscura en la Historia de Roma en los romanos en la que los Dioses (grecorromanos) habían sido olvidados y todavía no había llegado Dios. En esa grieta conceptual, de manera de comprender el mundo, aparecen diversas explicaciones, pero ninguna nueva consolidada y superadora de la anterior aún.

Pero las filosofías, los rituales las religiones, las creencias son inevitablemente necesarias, y el problema es creer que se puede vivir sin ellas. Hoy una mezcla casi culinaria de pragmatismo, relativismo filosófico, algo de Ayn Rand, psicoanálisis vulgarizado, darwinismo, Bauman, neopaganismo, parece ocupar el lugar. No existen rituales dirigidos, pero cada vez más hay adolescentes que se inician en la droga, casi con los mismos fines de los rituales chamánicos (ir al territorio de lo desconocido y temido), pero…sin quien los guie y con consecuencias previsibles.

Quizás la gente crea que no profesa ninguna religión o filosofía, pero inevitablemente tenemos modelos del mundo, sin los cuales nuestra vida es imposible. El ejemplo que uso en la práctica clínica en muchos casos tiene que ver en lugar de hablar de esquemas cognitivos, algo a mano hoy y es el GPS. Si cargamos el mapa correcto el aparato (hardware) nos da una información correcta, si el mapa es de otro lugar será errónea, sin embargo, algún mapa debe cargar. El mapa es la matriz con la que entendemos el mundo.

Y así volvemos al origen el mundo es un lugar inhóspito donde la única forma (de llegar a destino, de sobrevivir, de ¿vivir?) es superar a los demás, de tener más que los demás, etc. El otro es definitivamente otro no es parte del mismo sistema en el que yo vivo.

Hace muchos años al empezar a leer los mensajes de las diferentes religiones desde una óptica psicológica, desde el concepto de mapa mental de matriz, varios relatos seculares y en algunos casos milenarios adquirieron otra luz, justamente otra perspectiva.

Karl Jung entre otros entendió que por más que nos interesáramos profundamente o conociéramos otras religiones, no podíamos ver con mejores ojos que desde la nuestra, lo decía alguien que ahondo como nadie en diversas fuentes, de otras creencias y culturas.

Hace varios años un hindú sentados en un pequeño bote en el lago Titicaca, ante mi insistencia sobre “ir a la India” como viaje místico, me advertía que lo que yo estaba buscando según podía ver, no lo iba a encontrar en la India sino ya lo tenía (sonaba menos místico en esos días un viaje a Perú que la India).

Y la vuelta al origen es esa. De una manera u otra, sin pensar en los errores o no de la estructura (la iglesia), tenemos una formación judeocristiana.

En el caso de los cristianos, celebramos un ritual de muerte y resurrección, igual al de todas las otras tradiciones, peor al menos este lo conocemos.

Allí un individuo decide dejar de ser Dios (¿en nuestro caso será de creernos Dios?), y asume al otro como parte indivisible de el mismo, del mismo mapa que usará en su sistema de concepción del mundo.

Y los “pecados del mundo”, de los demás serán propios, él no es víctima que busca reivindicar “el mal trato recibido”, sino todo lo contrario tomarlos como propios, “hacerse cargo” diríamos hoy y pagarlos, con que: con su vida. Ese sacrificio, último total absoluto, le permitirá resucitar, nacer a otro nivel, bastante parecido a la saga de Arjuna en el Mahābhārata, aceptar lo inevitable a pesar de que los ojos muestren otra cosa.

En esa resurrección mi yo miedoso y sostenido en base a una fortaleza de sistemas de defensas, se fortalece en la integración con el todo, en los demás, pasa a ser una parte del todo, y sin necesidad de murallones y fortalezas, porque asumió que sus demonios estaban en él, que él solo los proyectaba, pero no eran los demás. Por ende, ya los muros y los soldados que lo protegían, no solo no tienen enemigos, sino que en todo caso si los hay están en uno.

Vivimos una época de una violencia tal que asusta, no estamos en guerra en nuestras regiones, pero un estado de violencia cotidiana, va desde lo más mínimo a lo final a la muerte, la forma de comunicarnos es agredirnos, es mostrarle al otro “quienes somos”, que temibles que somos, y el mensaje es “don´t mess with me”, no te metas conmigo…sino quieres recibir la respuesta.

Así todos los días hablamos de crímenes horribles y parece que eso es ajeno al mapa general en el que vivimos. La pregunta es siempre como puede pasar esto, la mente del asesino, si es un psicópata etc. etc. y varias formas de imaginar que eso no es algo que nos pertenece. Y no es más que lógico, nuestra mente de alguna manera es como una caja boba, cumple, aquello de que la alimentamos. Hay quienes actúan ese programa, ese mapa de manera extrema, peor es el mismo que estamos usando en todas partes, la violencia, el destrato, la ley del más fuerte, el abuso, el pensar primero y únicamente en mí y demás. Pero nos sorprende cuando ese programa se cumple inexorablemente.

En resumen, la resurrección quizás sea la única salida, y es un cambio de paradigma y un renacer a un nuevo estado de conciencia. Cada año para esta época es interesante no dejar pasar la oportunidad de olvidarse del viejo ego, y salir de los miedos, que, en la imagen de Jesucristo, miró a los demás como espejo de sí mismo, y emprendió el trabajo sobre el mismo.

Feliz Pascua

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