Comparto una nota que del día Martes 9 de Abril en #Infobae


El video en el que un taxista se baja de su auto para increpar a un conductor que, según él, lo había encerrado se viralizó y fue portada en todos los medios de comunicación. Especialistas analizaron para Infobae cómo el contexto actual de país expone a los ciudadanos a múltiples situaciones adversas, que amenazan su integridad.

Las noticias se reproducen en los medios. Hoy es el taxista de Villa Urquiza. Ayer el conductor que se atrincheró en su vehículo para evitar que sea remolcado por la grúa. Otro día, alguien saca un arma en pleno peaje y dispara, y un automovilista se sube al capot de un vehículo para increpar a otro que lo había chocado.

Así, pareciera que la excepción se volvió regla. Y que nadie se asombra por los hechos de violencia que -cada vez más- copan las primeras planas de los diarios y las placas en los canales de noticias.

¿Es el estrés por el estilo de vida actual de los ciudadanos que vuelve violentas a las ciudades? ¿O al revés, un entorno violento predispone al estrés?

Para intentar desentrañar el origen del complejo enrevesado social actual, Infobae consultó al médico psiquiatra y psicoterapeuta Enrique De Rosa (MN 63406), para quien «el gran problema es que se analiza un problema muy complejo como una patología».

Somos una sociedad que hace décadas está diciendo lo mal que andamos y eso tiene consecuencias psicológicas tremendas

Y para comenzar, puso blanco sobre negro en cuestiones básicas. «Esto no se trata de estrés o nervios, estamos ante una sociedad traumatizada, que está reciclando viejos problemas a los cuales les suma los nuevos -analizó el experto-. Somos una sociedad que hace décadas está diciendo lo mal que andamos y eso tiene consecuencias psicológicas tremendas; es como una profecía autocumplida: reciclamos el malestar y entendemos que necesitamos una válvula de escape».

Así, sobre la génesis del fenómeno, sostuvo «no es algo que va de lo individual a lo colectivo, sino que la violencia es más del colectivo: es una pirámide que se basa en la estructura como está armada una sociedad y tiene que ver, si se quiere, con la estructura física, urbanística, el congestionamiento de tránsito y demás». «Básicamente es una estructura que está implícita dentro de la sociedad», consideró De Rosa, al tiempo que resaltó: «Los videos que circulan son muestras de un enorme mar que es una sociedad en la que el individuo empobrecido, cultural, física y económicamente termina encontrando en su auto una protección».

«Los fenómenos actuales de lo que parecería ser un incremento de las expresiones de ira, constituyen el reflejo de un clima social actual en nuestro país, en el que cada vez más asistimos al resquebrajamiento del lazo social, y como consecuencia de ello la persona, su subjetividad, queda por fuera de lo que la enlazaba de manera simbólica y relacional a sus semejantes». Para el médico psiquiatra Juan Eduardo Tesone (MN 44190), miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), «esto lleva a la anomia de la que hablaba el sociólogo Émile Durkheim en la cual se pierden la cohesión social y el desmoronamiento de los valores que permiten un contrato social implícito de convivencia que dé sentido a una pertenencia social«.

El médico psiquiatra y psicoterapeuta Sebastián Alvano (MN 80451) apuntó que «el psiquismo se constituye a través de variables biológicas, vinculares (siendo trascendentales los vínculos familiares tempranos) y culturales y cada una de estas variables es necesaria, (y raramente suficiente) para facilitar conductas humanas normales o patológicas».

«Hay personas más predispuestas a la ira: hay predisposiciones psicológicas, otras puramente biológicas y están las relacionadas a la cultura, a la formación de una persona. Ahora, claramente se construye culturalmente y se realimenta y se copia respecto a los otros», agregó De Rosa.

 Los fenómenos actuales de lo que parecería ser un incremento de las expresiones de ira, constituyen el reflejo de un clima social actual en nuestro país

«Sobre esta base se generan personalidades vulnerables o resilientes (con capacidad de recuperación ante las adversidades) expuestas a los hechos cotidianos que ocurren dentro de un determinado entorno sociocultural -analizó Alvano-. El contexto actual expone a muchas personas a múltiples situaciones adversas, que amenazan su integridad: disminución del trabajo, pobreza, necesidades básicas no cubiertas, falta de contención, seres queridos en condiciones desfavorables, falta de modelos, etc., generan un entorno estresante, lo cual sumado a una vulnerabilidad previa, desencadena conductas y/o cuadros patológicos».

Frente a dicha anomia, «la persona se siente marginada e impotente y su reacción puede ser entonces de ira y violencia como respuesta equivocada a la misma». «La ira es el fracaso de la posibilidad de resolución de conflictos por vía de la palabra en un contexto de desligazón social y pérdida de sentido grupal, donde se ha resquebrajado el contrato social, la persona no admite renunciar a sus pulsiones y la caída del valor de la palabra lo compele al pasaje al acto incontrolado», señaló Tesone.

«Es como Un Día de Furia. Esto de ‘destruir todo lo que nos molesta’ no era antes muy común en la Argentina, y hoy es mucho más visto», aseguró en diálogo con Infobae Hugo Lewis, sociólogo y profesor de la Universidad de Buenos Aires.

«Lo que hay de fondo es una transformación societal que uno puede ver a diario; se trata de una transformación de pérdida de autoridad de las instituciones, el fuerte avance de la televisión, de las redes sociales… ese ‘click’ que es personal y sociológico, se modera cuando existen las instituciones», agregó.

Entonces, estos hechos «a lo Relatos salvajes» serían un síntoma de una sociedad que ya no confía en sus instituciones, que está resignada a que la autoridad no va a velar por ella, por su seguridad, por su propiedad. Allí es cuando una sociedad falla, y el individualismo toma el poder. «Las instituciones están fallando», repitió Lewis. «Se trata de un deterioro progresivo propio del modelo de sociedad actual».

¿Por qué el tránsito, la cola del banco, etc son los entornos donde los ciudadanos vuelcan su ira? Para De Rosa esto ocurre «porque el sujeto traumatizado estructura su personalidad alrededor del trauma y a partir de eso manifiesta su malestar». «Se trata de personas que se victimizan muchas veces y creen ser depositarias de todos los males del mundo y por ende que se le deben muchas cosas», consideró el especialista, y finalizó: «En una sociedad en la que a nadie se le dice ‘hágase cargo de sus cosas’ sino que la queja tiene rédito, la gente se permite manifestar la queja infantilmente. Somos una sociedad infantil que entiende que expresar la queja y el malestar no sólo no tiene reprimenda moral, sino que se le agrega el plus de que la sociedad lo valida como valentía. El sujeto ese (por el taxista) decía ‘yo me la banco’ y en realidad se trata de alguien que tenía que estar preso o con su salud mental bajo control».

FUENTE: INFOBAE.COM

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