El yerno del español asesinado estaba tan perturbado con el dinero que le sacó un seguro de vida a la víctima para beneficio de su hija y esposa.

Santiago estaba casado con la hija de la víctima. Trabajaba en su empresa hasta que se supo que le robó dinero.

Lejos de ser el crimen perfecto, Santiago Corona llevó a cabo un plan torpe y lleno de cabos sueltos. “Si bien las cámaras de seguridad aceleraron el proceso, de todos modos iba ser capturado con rapidez. Hay cruces telefónicos, mensajes de WhatsApp, vínculos y todo tipo de rastros que lo señalan”, indicaron a PERFIL detectives que investigan el homicidio del empresario español Roberto Fernández Montes. ¿Qué lo motivó? “El aspecto económico, la bronca y el odio”, indicó una fuente judicial.

Si bien se especula sobre la intención de los homicidas, en el expediente, en manos del juez Hernán López, avanza firme una sola hipótesis: “Es claro que fueron a matarlo”. Corona, según la investigación, contó con la ayuda del carnicero Pedro Ramón Fernández Torres –prófugo– y el mecánico César Ricardo Arce López –detenido–.

También aparece con claridad la afección que el yerno de la víctima tenía por el dinero. Tanto que el profesor Miguel Maldonado, médico psiquiatra y médico legista, lo denomina como un “bon vivant, a costa del suegro. También, estaba la pelea familiar. Y el peligro de la denuncia”.

“Los fracasos ‘bursátiles’ que tuvo el principal asesino, la cuantiosa deuda acumulada por la empresa, y la posibilidad de que el suegro en algún momento denunciara la situación, seguramente precipitó el desenlace fatal. Un dato no menor es un contrato de seguro de vidaque el yerno, desde la computadora de su suegro (utilizando las claves que sólo conocía su suegro y que obviamente había hurtado) contrató para él y del cual era beneficiaria su esposa, hija del “futuro muerto”. «Sin invadir terreno jurídico, podría hablarse claramente de premeditación para el futuro asesinato”, dice Maldonado.

Los cómplices, Fernández Torres y Arce López, también fueron movilizados por el dinero. Mensajes de WhatsApp, que se analizan en la causa, demostrarían que los tres hombres hicieron un pacto económico (ver aparte).

“No cabe duda de que tanto el mecánico como el carnicero actuaron por promesa dineraria, y también seguramente porque el ‘jefe e ideólogo’ del grupo los convenció de que actuaban sobre seguro, que nada pasaría porque él ‘controlaba todo’”, asegura el psiquiatra. “Así –continúa– también controlaba a su mujer (hija de la víctima), a las dos niñas producto de esa unión, y pretendió controlar la empresa de su suegro, lo cual desembocó en un estrepitoso fracaso, con quebranto económico incluido, cosa de la que el empresario ya se había anoticiado, aunque con delicada prudencia no efectuó denuncia alguna para no perjudicar y entristecer a su hija”.

“Fue un crimen por codicia”, afirma el perito psiquiatra Enrique de Rosa Alabaster, quien, a la vez, asevera que el contexto familiar tuvo su cuota en la escena. “El yerno amenazaba y nadie lo tomaba en serio. La víctima no lo denunció. Los sujetos que juegan con el patoteo siempre son peligrosos. En algún momento hacen un pasaje al acto, mientras las personas agredidas niegan y apagan las señales de alerta. El yerno pasó barreras, y el suegro no lo detuvo. Corona no tuvo frenos inhibitorios ni tampoco su entorno lo frenó. Sintió que tenía margen de maniobra y tuvo sensación de impunidad”, destaca De Rosa.

Este último aspecto explicaría la impericia de los asesinos. El yerno y el carnicero conocían la existencia de las cámaras, según se puede advertir por sus movimientos, pero habrían creído que no funcionaban. Por el contrario, “las imágenes son de alta calidad. El edificio tiene cámaras hasta en la escalera. Es como un Gran Hermano”, contó una fuente. “Me sorprende el grado de torpeza. Se han movido diciendo ‘aquí no pasa nada’”, aporta el criminalista Luis Olavarría. “Cuando aparece el yerno con los guantes, es porque el hecho está consumado. Fueron a matarlo”.

Fuentes del caso indicaron a PERFIL que los homicidas limpiaron la escena y se encargaron de lavar su vestimenta para borrar rastros de sangre. “Tendrían, además, el dato de que en el departamento de Fernández Montes había dinero. Indudablemente, los motivos fueron económicos”, dice Olavarría sobre el crimen.

“La codicia puede convertir a una persona en homicida, pero tiene que haber una personalidad de base sociopática, una estructura mental donde se priviligian los propios intereses, sin empatía ni respeto o miedo por las normas. En este caso, desde el principio siempre predominó el pensamiento: ‘Voy a zafar’, como lo hizo con las estafas”, concluye De Rosa.

Los roles de los tres sospechosos en un plan torpe y con cabos sueltos

Para los investigadores, el crimen del empresario de la construcción Roberto Fernández Montes está esclarecido. Sólo resta probar el papel que cumplió el mecánico César Ricardo Arce López, empleado de la víctima, que tenía un vínculo más aceitado con Santiago Corona, considerado el autor intelectual del crimen. “Querían simular un secuestro o una desaparición”, destacaron los investigadores.

Fuentes de la causa indicaron a PERFIL que Arce López habría sido el nexo entre el yerno de Fernández Montes y el carnicero Pedro Fernández Torres. El mecánico y el carnicero “se conocen del barrio. Son compinches. El mecánico tiene un pedido de detención por falsificación de documentos y creemos que cortaba autos. Lo habrían contactado para que mate al empresario”, afirmaron.

Creen que el yerno le facilitó las llaves del departamento a Fernández Torres. El carnicero, que es buscado intensamente, habría esperado en el departamento la llegada de la víctima. “Fue el ejecutor”, indicaron. Corona, por su lado, habría prestado “la logística”. Se investiga cuál era la ubicación del mecánico en el momento del crimen.

“Corona es, claramente, un psicópata con acentuados rasgos antisociales. Estos individuos son impulsivos y comenten groseros errores en la planificación de su futuro”, dice el perito Miguel Maldonado sobre el yerno. “Con respecto a los otros dos integrantes del trío letal, sólo puede decirse que eran propensos al delito (tenían antecedentes delictivos menores), aunque su escaso cociente intelectual los hace material apetecible para emprender cualquier aventura”.

El sábado 21 de enero, Corona llegó a su casa de la calle Senillosa al 300, alrededor de las 14.30, se sacó la ropa y la lavó. Lo contó su mujer al juez, Hernán Martín López, quien ordenó allanar la casa de Corona para secuestrar la ropa que estaba en el tender. Espera obtener algún resultado de la camisa clara de mangas cortas y el jean con los que el sospechoso aparece en los videos de la causa.

 

FUENTE: Perfil

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